Convertirse en princesa a veces cuesta un poco, así lo demuestra la prueba que debe presentar la actríz estadounidense Meghan Markle, quien se convertirá en la flamante esposa del principe Harry, el soltero más codiciado en la última década.
Para poder ser miembro de la familia real, Markle deberá obtener la nacionalidad británica, pero para ello deberá realizar un examen que tiene un grado de dificultad bastante alto, pues hasta los ciudadanos nacidos y criados en el Reino Unido, les cuesta responderlas.
“¿Quién o qué es Vindolanda?; ¿Dónde se encuentra el museo nacional de carrera de caballos?; Nombre dos hábitos que podrían desencadenar una pelea con su vecino en Inglaterra”. Estas son solo algunas de las preguntas que recopiló el periódico norteamericano The New York Times y que sirven a la perfección para demostrar lo variado del test al que deberá someterse, y aprobar, la futura esposa del principe Harry.
La protagonista de Suits, la exitosa serie norteamericana que tiene ya siete temporadas, ha hecho público su desconocimiento ante la historia y cultura del que será su país adoptivo. En su primera entrevista como prometida del príncipe Harry, confesó no saber demasiados detalles sobre el legado real de su pretendiente.
El examen conocido como “El test de la vida” tiene un costo de aplicación de 1.600 dólares. La actriz deberá contestar correctamente y en no más de 45 minutos, tres cuartos de las 24 preguntas de opción múltiple que, según muchos aseguran, no reflejan el presente de una nación que se encuentra en una de los procesos transformativos más importantes de su historia.
Fuente: Infobae