El glamour se hizo presente en el evento del año, la boda entre Harry y Meghan, en la Capilla de San Jorge en el Castillo de Windsor.
Los Duques lucieron encantadores y enamoraron a todos con sus tiernas miradas y el tan esperado beso que se produjo en las afueras de la Capilla de San Jorge luego de la ceremonia.
Las joyar que lucía Meghan Markle, eran parte del homenaje a la madre de Harry, Lady Di, pues el anillo tenía dos diamantes pequeños que pertenecían a la princesa Diana.
Además, la tiara que lució la novia es parte de la colección de joyas de la realeza, pues perteneció a la abuela de la reina Isabel II, Maríade Teck.
Esta fue una de las bodas más esperadas, desde las nupcias de Kate y William en 2011. La familia real se hizo presente en pleno para acompañar a los novios. De izquierda a derecha, el príncipe Guillermo, duque de Cambridge; el príncipe Carlos, príncipe de Gales; Camila, duquesa de Cornualles; Catalina, duquesa de Cambridge; el príncipe Andrés, duque de York y las princesas Beatriz y Eugenia, en la capilla de San Jorge.
Y el amor entre ellos es visible, así como los nervios que los embargaban e intentaban afrontarlos unidos, tal como prometieron estar el resto de sus vidas.
El obispo presidente de la Iglesia Episcopal de EEUU, el reverendo afroamericano Michael Bruce Curry, encargado de dar el sermón está sorprendiendo a todos con su manera dirigirse a los presentes.
El principe Carlos fue quien acompañó en la marcha nupcial a la novia hasta el encuentro con Harry.
Los principes Jorge y Carlota, hijos de los Duques de Cambridge, acompañaron a la novia en el camino hacia al altar, tal como lo hicieron en la boda de su tía Pippa Middlenton.
Meghan estuvo acompañada en todo momento de su madere Doria Ranglan, desde la salida del hotel, hasta la ceremonia en la que se desposó con Harry de Gales.
Centenares de invitados de la familia real y el mundo del espectáculo acudieron a esta unión, siendo testigos del amor entre los ahora Duques de Sussex.